ME ECHO DE MENOS

 

Hay momentos del día en los que los recuerdos dan palos de ciego en el interior de tu cabeza, desestabilizan e incluso se convierten en generadores de inseguridades que hacen replantearte si tu pasado era más rico que tu presente, y si las personas de las que estabas rodeado eran las correctas, desembocando incluso en pensar que la idealización de dichas personas no podrás verla en cualquier otra que se te pueda cruzar en el futuro.

Y es ahí donde encontramos el PRIMER enorme ERROR en nuestra forma de actuar y pensar:

Considero que ninguna persona es idílica de por sí, es decir, nadie es perfecto en su globalidad individual, somos nosotros los que a través de unos patrones ya prefijados e interiorizados de forma independiente decidimos si una persona tiene unas características perfectas al asociarse con nosotros, o no.

Si me lo permites, me atrevería a decir que no son las personas que nos rodean, o nos rodeaban en el pasado, las “culpables” absolutas de producir en nosotros la sensación de bienestar con ellas y con nosotros mismos.

Solemos caer muy comúnmente en los tópicos de: “con esa persona lo tenía todo” o “nunca podré encontrar a nadie que me aporte lo mismo que me aportaba esa persona” y esto es debido a que solemos asociar de forma tajante nuestro estado de neutralidad o felicidad con nuestro entorno, pero hoy me gustaría hacerte pensar una posibilidad cambiante a esta línea de pensamiento.

Quizás, ese bienestar que obtienes con esa persona (a partir de ahora “X”) no es más que una sensación que tú mismo has ido generando y creando a través de tu propia confianza, de la inhibición de miedos y del apalancamiento de tus inseguridades. Es cierto, que todas esas facetas han podido producirse gracias a la ayuda de “X”, pero no podemos darle la recompensa completa a un agente ajeno a ti, ya que finalmente eras tú quien conseguía abstraerte de todo miedo y sacar la mejor faceta que desembocaba en una felicidad plena.

Por eso, hoy vengo a traerte una noticia de esperanza: SÍ, sí puedes encontrar una persona que te aporte todo aquello que necesitas para acompañarte en tu búsqueda de la felicidad, por supuesto. No será fácil, dalo por hecho, cada día tus exigencias y tus requisitos van aumentando, sin darte cuenta te vas convirtiendo en una persona más exquisita, que tolera menos tonterías y que sin lugar a duda tiene las cosas más claras.


Así que, no te agobies, deja los dramas y las frustraciones a un lado y disfruta de cada etapa en la que estás. No dejes que tu presente se destroce por un pasado que jamás tendrá ningún futuro. Hay personas maravillosas en el mundo que sabrán llegar a ti de la misma forma en la que llegarás tu a ellas, compartiréis momentos únicos y volverás a sentir esa sensación de felicidad en compañía.

Con todo esto no quiero decir que cualquier persona te vaya a servir para encontrar aquello que realmente puedas buscar, hay ciertas “columnas” que se deben cumplir para conseguir esa soltura con alguien, la perdida de miedos y sobre todo el enamorarte de ti mientras te enamoras de “X”.

En resumen, diré que es normal que tengamos ciertos recuerdos con alguien que nos desemboquen a un anhelo en ocasiones insoportable, pero personalmente prefiero agarrarme a la idea de que ese recuerdo se basa en mi y en mi estado en aquel momento, no en mi entorno. Porque de esta forma sabemos con certeza, que podrá repetirse, solamente tenemos que esperar al momento adecuado.

Paciencia, amor y ganas de ser feliz.

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