SOMNOLENCIA EN NUESTROS SUEÑOS
Nos despertamos tras un bonito sueño, ese que nos encantaría
cumplir, pero la única predisposición de la que disponemos en ese momento es la
de volver a cerrar los ojos con la intención de seguir viviendo aquello que
deseamos mientras dormimos. Que mal, ¿no? Preferimos continuar viviendo una
realidad distorsionada, a levantarnos de la cama aprovechando el positivismo
que nos ha transmitido ese sueño y cumplir todas aquellas fantasías que interiormente
nos ayudan a movernos de forma cotidiana por la vida.
En la mayoría de los casos, no somos seres reactivos, es
decir, nos cuesta reaccionar ante aquellos estímulos que nos presenta la vida y
que de alguna forma nos harían felices, no entraré hoy a valorar el motivo de
nuestra desconfianza a la hora de cumplir dichos deseos; me gustaría centrar la
atención al patrón que se repite una y otra vez cuando tenemos delante una
oportunidad de ser felices, y aun así, decidimos rechazarla.
Desde nuestro nacimiento, vamos adquiriendo formas de vida
que nos van moldeando como personas y en definitiva conforman nuestros valores:
en la mayoría de los casos interiorizados a través de la observación y usados mediante
la repetición. Somos lo que absorbemos de nuestro entorno.
A lo largo de este proceso, vamos limitando o exagerando
nuestra forma de actuar con un fin adaptativo pero sin un aprendizaje significativo,
sin duda este hecho es un grave error, ya que considero que la experiencia aporta
al ser humano la supervivencia, y si aprendemos algo debido a que otros nos
lo cuentan, solamente estamos creyendo una parte de la realidad, pero ni mucho
menos estamos comprobando en que consiste la autentica verdad: sin interiorizar
una realidad completa, nunca podremos adaptarnos de forma autónoma a una globalidad
concreta.
Y es en este punto donde me gustaría darle verdadero hincapié
a la reflexión de hoy: vivimos anclados en algo que a cierta persona le pudo funcionar
en el pasado, o si vamos más allá incluso, en ocasiones vivimos anclados en
algo que ciertas personas piensan que funcionarían mejor, pero que ni ellas
mismas comprobaron antes. ¿Por qué tenemos que creerlo?
Se nos llena en muchas ocasiones la boca con frases modélicas
como “cada persona es especial” o “ no hay dos personas iguales en el mundo”,
pero por otro lado, nos empeñamos en construir clones que buscan las mismas
virtudes, que desean los mismos sueños, pero que viven infelices luchando por
alcanzar metas que ni ellos mismo se han propuesto de forma innata.
Creo que a veces llegamos a un punto en el que no somos conscientes
de cuales son nuestros verdaderos sueños, esos que contábamos cuando éramos proyectos
de adultos y que hemos ido olvidando con el tiempo. Considero que es una
autentica pena que intentando adaptarnos a una sociedad que nos construye en
base a vivencias anteriores a las nuestras perdamos la esencia de nuestros
verdaderos gustos.
Con todo esto no quiero confrontar a esas personas que viven
en la cresta de la ola social y que han sabido adaptarse de forma esplendida al
modelo de vida que querían. Me gustaría dirigirme a aquellas otras personas que
no consiguen ser felices desarrollando la vida de la forma en la que la
desarrollan, se sienten vacías interiormente y encuentran en el sueño la única vía
de escape para poder realizar aquello que sueñan desde que su uso de razón está
en funcionamiento.
El titulo de hoy, tras esta introducción parece bastante
intuitivo, “Somnolencia en nuestros sueños” que paradoja el asociar lo que más
ganas tenemos de hacer, con la acción que se desarrolla mientras estamos en completa
inactividad; y que desilusionante puede llegar a ser cuando se cumple esta
frase, porque no hay peor forma de perder la oportunidad de ser felices que incrementando
esa inactividad y vivir pasivos ante las enormes posibilidades que la vida nos
ofrece de completar aquello que realmente soñamos.
Por eso, no puedo irme hoy de esta crítica sin un mensaje de
apoyo para ti: estoy seguro de que eso con lo que sueñas esta a tu alcance, se
que puedes conseguirlo, y se que tú también eres consciente de ello, por eso, solo voy a darte dos
consejos:
- El primero, percátate de tu siguiente respiración y disfrútala, no sabes cuando dejarás de sentirla.
- El segundo, deja de seguir consejos. Vive, se tú quien a través
de la experiencia puedas valorar que está bien y que está mal, que sea tu intuición
la que te ayude y no alguien que crea que lo que hizo te vendrá bien a ti.
No con esto quiero desprenderte de tu entorno, esas personas
que te intentarán apoyar y acompañar en cada decisión que tomes, por supuesto,
todos necesitamos columnas en las que repartir todo el peso de la vida. Pero nunca
dejes que sea ese entorno el que limite tus sueños.
Empieza a valorarte y a cumplir objetivos, RESPIRA Y SE FELIZ.
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